La irrupción del concepto de codificación predictiva en el ámbito legal, pone de manifiesto la incorporación progresiva de la Inteligencia Artificial (IA) en la práctica del Derecho complementando la labor de los profesionales. Este desplazamiento de actividades cognitivas propias de la inteligencia humana hacia la inteligencia artificial es una realidad escalable en el ámbito de las profesiones jurídicas.
Para entender bien el concepto de codificación predictiva es importante conocer que su fundamento descansa en el entrenamiento de un algoritmo para la selección y búsqueda de información jurídica relevante. Los elementos esenciales integrantes de este concepto son:
- Aprendizaje automático activo (G. V. Cormack y M. R. Grossman): aprendizaje del algoritmo asistido por abogados que lo entrenan.
- Aprendizaje activo continuo (G. V. Cormack y M. R. Grossman): aprendizaje que combina la búsqueda de conceptos claves en documentos por parte de los abogados y el posterior entreno del algoritmo con los documentos preseleccionados.
- Entrenamiento inteligente espaciado (R. Losey): el proceso de aprendizaje del software no se produce de manera continua sino escalonada permitiendo una mayor interacción entre los profesionales humanos y la máquina.
Sin lugar a dudas, sea cual sea el software seleccionado y su forma de entrenamiento, la utilización de IA en la búsqueda y selección de información jurídica relevante se traduce en un ahorro de tiempo considerable en la actividad del abogado y con ello, una mayor eficiencia y productividad. Aún queda recorrido en el perfeccionamiento de estos sistemas, pero el avance en esta materia es notorio. Prueba de ello es el elevado número de plataformas e-discovery, cada vez más sofisticadas, inundando el mercado del legal tech.
Máquinas y abogados trabajando en la consecución de una mayor productividad y satisfacción del cliente.
Es por tanto indispensable que los abogados conozcan como manejar e incluir estos avances tecnológicos en la prestación de servicios jurídicos. La formación en Derecho ya no es suficiente para desempeñar una labor de asesoramiento legal completa, si no va acompañada de la adquisición y desarrollo de habilidades que permitan obtener una mayor eficiencia en los procesos, como la utilización de la codificación predictiva.
La máquina sin en el entreno por parte del abogado no puede realizar un trabajo completo, preciso y fiable. El abogado ayudado por la máquina puede ser mucho más eficaz y productivo.
Por tanto, el abogado del s. XXI tiene que adquirir habilidades que le permitan lo anterior; tiene que formarse en técnicas de búsqueda y selección de información y conceptos jurídicos relevantes y entrenar al algoritmo. De esa labor previa, humanamente realizada, derivará el mejor resultado. Se podría decir que la labor del profesional del Derecho es esencial para que el avance en codificación predictiva se siga produciendo.
La máquina no reemplaza al abogado, lo necesita. Las universidades, con las facultades de Derecho a la cabeza, tienen la responsabilidad de que los estudiantes de la actualidad, se conviertan en los mejores abogados del futuro.
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